24.1.09

El vuelo de las mariposas

Es hora de volar, con alas de mariposa, a los paisajes del pasado.


Un día como otro cualquiera, estaba Lara tumbada, mirando el cielo, imaginando. Veía tales formas en las nubes que asomaban tímidamente por encima de la colina, que a veces sonreía, y cuando no podía aguantar más, soltaba una carcajada de vida que hacía florecer todo cuanto la rodeaba.

Así estaba con su madre, en medio de un gran prado, bajo el sol radiante y el cielo azul, cuando una bella y enorme mariposa, cuyas alas eran de un azul brillante, decidió pasar, flotando en el viento, por encima de Lara. Las excitadas acrobacias hicieron que Lara se fijara en ella, le hacía gracia cómo agitaba sus alas, y vagando tras ella riendo sin parar, tropezó y calló sobre el pecho de su madre.

Fue tan grande la sorpresa que se llevó, que se quedó ahí parada, con la mirada perdida.

Viendo esto su madre, le preguntó que si le pasaba algo, ella asintió débilmente con la cabeza y dijo:

- Mamá, qué es eso que se oye en tu pecho?

- No es más que mi corazón, tú también tienes, todos tenemos.

- ¿Y para qué sirve?

- Pues lo que hace es impulsar la sangre por todo nuestro cuerpo, nos da la vida, y nos hace vivirla.

Lara, intrigada, continuó preguntando:

- ¿Pero por qué hace esos ruidos tan raros?

- Ahh, te refieres a los latidos. Pues bien, cada latido de nuestro corazón, es un poquito de amor que damos a la persona que tenemos cerca. Cuanto más rápido se mueve, mas amas a esa persona; cuando decelera el pulso, significa que quieres tanto a esa persona, que hasta morirías por ella.

De esta forma, Lara, terminó tranquila sus preguntas, sabiendo que cada latido, significaba el amor que cada uno tiene, y que sirve para darnos la vida. Desde entonces, Lara se acerca al pecho de cada amigo suyo, y cada persona que conoce, para descubrir, el amor que reside en ellos…

Una vez saciada su curiosidad, Lara prosiguió con la búsqueda de la mariposa, fue corriendo tras ella, subió colina arriba y calló agotada al suelo. De pronto, un montón de mariposas de alas azules, volaron despavoridas por el cielo.

Al ver tal espectáculo, y al haber oído el relato de su madre, pensó, ¿cuánto me querrán estas mariposas? Agarró una con cuidado, se la acercó a la oreja, y se dio cuenta de que no se oía su corazón. Enfadada y un poco triste, dejó escapar unas lágrimas por sus ojitos azules, soltó la mariposa y…

¡Eran sus alas! ¡El sonido de sus alas al batirse contra el aire hacían el mismo ruído que su corazón! ¡Ya sabía cuanto la querían! Miró a todas las mariposas, todas batiendo sus alas frente a ella, todas la querían. Las escuchó durante un tiempo, y las gotas de vida que resbalaban por sus mejillas, estaban repletas de amor y felicidad, ¡había descubierto que todos tenían corazón!


Rescatado del Baúl del Olvido,
escrito el 8 de enero de 2006