5.9.13

Sentirse vivo

Vengo de la azotea de mi casa. He subido a buscar la Luna, sólo me apetecía verla y soñar despierto durante unos minutos. Lo único que he encontrado ha sido un cielo enfermo de contaminación lumínica y una banda sonora a base de motores, sirenas y demás sonidos artificiales. Sin embargo, a pesar de estar rodeado de tanto desprecio a la Naturaleza, siempre hay algún resquicio de vida que me hace sonreír y sentirme bien. Entre los coches oigo cantar un grillo. Antes había muchos más, cuando aún quedaba huerta. Y ranas. Ahora cuando rara vez me sorprende el canto de una Lechuza, se me eriza la piel. En el cielo, a pesar del espeso manto de luz y contaminación, se dejan ver tímidamente algunas estrellas que luchan a miles de millones de kilómetros por hacer llegar su brillo hasta nosotros. Me siento vivo.

Si algo he aprendido últimamente es a disfrutar de cada momento, de cada sensación. A veces me olvido y cuando creo que algo no va bien, me paro a pensar en todos los rincones del planeta que me quedan por descubrir. Todos los lugares que me gustaría visitar. Los colores, los olores, la textura del tronco de un árbol. Cualquier detalle vale.

Tengo la suerte de disfrutar de mi vida. De mi gente. De los sitios a los que viajo. Hace no muchos días que he vuelto de un viaje que me ha dado mucho. Un viaje que me ha enseñado a apreciar cada pequeño detalle, cada pedalada. No es que me haya cambiado la vida, ya sentía estas cosas antes. Pero el sentimiento es mucho más fuerte ahora que no estoy allí y lo echo de menos.

Mañana me gustaría despertarme, abrir los ojos y ver el techo de mi tienda de campaña. Abrir la puerta y ver el río Nemunas, en Lituania, del que tan gratos recuerdos guardaré por mucho tiempo. Salir, pisar la hierba húmeda. Echo de menos levantarme cada mañana, desayunar y montarme en la bicicleta con la única preocupación de no tener nada de que preocuparme. Es extraño pero esa sensación lo es todo.

Sin embargo ahora vivo en una sociedad con otras reglas. Aquí hay "obligaciones" que hay que cumplir si quieres mantener tu sitio. En realidad no voy a sufrir por estar aquí. Llevo en mi interior todo lo que necesito para ser feliz, en forma de recuerdos y experiencias vividas. Cada día que dedicas a estudiar, a trabajar, da igual. Porque por cada instante del que he disfrutado plenamente este verano ha merecido la pena un año entero de vida programada.

No me quejo, la verdad. Ahora me toca estar aquí pero sé que en cuanto pueda saldré a ver mundo. Puede que vaya solo o acompañado por personas maravillosas, como siempre. Y disfrutaré de cada sensación. De las hojas amarillas de un roble desprendiéndose ante la llamada del otoño. Del canto de un petirrojo que llega a pasar el invierno con nosotros. Del olor a tierra mojada. De los insectos, las setas, la lluvia, las estrellas. Sentir el frío en la piel. Todo me hace sentirme vivo.

Río Nemunas, Lituania. 17/08/13

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